Buscando
En el silencio de la fresca noche, ella aprovechaba a visitar mi lecho para compartirme su calor. Podía haber hecho mil preguntas, pero decidí guardar silencio y dejarme llevar, pues no sabía en qué momento las cosas darían un giro radical para desaparecer abruptamente de mi vida. No hubo ninguna palabra de parte de ninguno, pero intercambiamos miradas que podíamos apreciar gracias a la luz de la luna, que lograba irrumpir en mi habitación gracias a una de las ventanas. Tenía muchas ganas de hablarle de mi vida, así como de las cosas que habían sucedido a lo largo del día, pero detenía mi boca con su mano cuando trataba de hablar, pues no quería perder el tiempo con cosas tan triviales. Supuse entonces que no había ninguna necesidad de gastar palabras, ella acariciaba mi rostro y lanzaba un ataque de besos que me hacían olvidar mis problemas. Durante mucho tiempo fue de la misma manera y llegué a pensar que siempre sería así, pero tenía que enfrentar la cruda realidad de mi vida ...