La cueva misteriosa

 Yo era un joven aventurero en busca de una buena historia, pues pensaba documentar todo lo que había vivido para compartirlo con el mundo y sentí la necesidad de comenzar con algo importante e impactante. Por fortuna en uno de mis viajes a un pueblo cerca de las montañas, me encontré con la joya de la corona de mis hazañas y decidí profundizar más al respecto con la esperanza de hallar algo muy interesante.

Había muchas historias alrededor de aquel acontecimiento, pero ninguna de ellas estaba completamente comprobada y tampoco existían registros que demostraran su existencia. Sin embargo, decidí poner en marcha mi expedición a pesar de que nadie decidió apoyarme, pues estaba dispuesto a descubrir la verdad acerca de un guerrero misterioso quien fue un héroe en su momento.

Se decía que hace mucho tiempo hubo un valiente hombre que dio la vida por las personas que amaba, pero que tras unos eventos desafortunados quedó sepultado en una cueva al norte, donde la nieve y el extremo clima gobernaban con crudeza. Aunque las condiciones externas parecían estar en mi contra, no me di por vencido, ya que por naturaleza era un aventurero desde muy temprana edad y tirar la toalla era la última cosa que quería hacer en mi vida.

A lo largo de mi camino encontré personas buenas y solidarias, no obstante, la maldad se encuentra en cualquier rincón de la tierra, por lo que no todo fue de color de rosa. Pasé por situaciones duras, crueles, afortunadas y dichosas, pero todo aquello forjó mi carácter además de que me enseñó a ser fuerte para enfrentar lo que vino después.

Luego de una pesada caminata de 20 kilómetros, encontré la famosa cueva del relato y me causó una enorme inquietud en cuanto me detuve frente a la entrada. Una inusual ráfaga helada sopló sobre mi cara, la cual generó en mi una sensación que no podía describir con palabras, pero que hicieron pensar que estaba cometiendo un terrible error. Di un paso atrás por primera vez en mi vida, sin embargo, todos aquellos recuerdos de mis logros bombardearon mi mente una y otra vez, pues no podía permitir que mi espíritu aventurero se diera por vencido por un simple soplido del viento.

Apreté los puños de inmediato para darme el valor que necesitaba, por lo que no tardé mucho en entrar a aquel lúgubre sitio repleto de mucho misterio. De repente, el aullido de un lobo se escuchó a lo lejos y pronto llegó hacia donde me encontraba, eso fue lo más extraño que pudo suceder, pero me sentí bienvenido, incluso se podría decir que me estaban esperando.

Mas tarde, llegué al punto más profundo de la cueva en donde se encontraba aquello que solo había leído en manuscritos de dudosa procedencia. Por un momento creí que realmente era falso, pero no fue así, pues lo que sucedió después me dejó paralizado y sin consciencia por un par de horas.

Frente a mi estaba un hombre adherido a la pared, en un enorme bloque de hielo que lo cubría de la cabeza a los pies y al mismo tiempo era tan cristalino que pude observar aquel rostro, el cual denotaba pesar, tristeza y culpa. Segundos después sus ojos se movieron hacia mí y de inmediato todo se volvió oscuro.

[El cuerpo del joven se desvaneció frente a una placa tallada en roca, el cual tenía un nombre inscrito: Salomón el rey de los lobos oscuros]

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