Sueños

 Durante una fresca tarde de verano estaba sobre mi cama, pensando en muchas cosas, pero al mismo tiempo relajándome después de una larga jornada de trabajo. Por mi mente cruzaron innumerables pensamientos; sobre la familia, los días cotidianos, el enorme esfuerzo que realizo al laborar, dinero, estudios, futuro, ella y yo, el amor. Sin embargo, no quise saber muchas de esas cosas simples de la vida sino solo tener presente el hecho de que estábamos juntos y nos amábamos, pues ella tenía cada centímetro cúbico de mi corazón. 

Me dejé llevar por la enorme ola de pensamientos que me inundaron en ese momento y me repetía a mi mismo, a la vez que sonreía, que era un hombre afortunado por el hecho de tenerla a mi lado. No sabía cuanto duraría lo nuestro ya que quizá al día siguiente nos esperarían muchas sorpresas, pero pensé en disfrutar de cada momento juntos, porqué nunca se sabe cuándo será la última vez que podremos decir, un te amo.

De la nada todo lo que me cruzaba por la mente se esfumó, como si fuese un fosforo cuando finalmente se consume.

Sorpresivamente se aventó encima de mí, atacándome con su ternura y me devoró con sus besos, después apresó mi cuerpo con sus brazos y me enamoró aún más con su mirada. Por dentro era un caballero que juró defender a su reina, un soldado que protegía a alguien muy importante y solo un niño que alejaba a todo aquel que la molestaba.

Sin pensarlo rodeé a mi pequeña y linda mujer que era todo mi mundo, para darle el más cariñoso de los abrazos y hacerla sentir que estaba segura. No obstante, no se me ocurrió que decirle, probablemente era el mayor de los tontos por eso, pero a veces era mejor estar simplemente en silencio y dejar que nuestras acciones hablaran por nosotros. Ella me sonrió por un momento al tiempo que me regaló el más cálido de los besos, dulce, tibio y lleno de amor.

Se separó de mí y me susurró— Te amo —fui el más dichoso en esos instantes y no quise soltarla por nada del mundo. Correspondí diciéndole lo mismo para luego sonreír y nuevamente nos dimos un beso, pero más corto que el anterior. Luego de eso reímos por un momento y me abrazó una vez más mientras dejamos que el ambiente hiciera el resto, asimismo deseaba que el momento nunca acabara.

Ella se aferró a mi pecho como si tuviera que irse a algún lugar más tarde, pero de nueva cuenta me dijo cuanto me amaba y que jamás me dejaría solo, independientemente de donde se encontrara. Una lágrima se deslizó por mi mejilla, pero no supe por qué sucedió, otra vez ella me repitió que me amaba, besó mi pecho con mucha ternura y las lagrimas se hicieron más intensas, aunque en ese momento no pude comprenderlo.

Parpadeo para luego darme cuenta de que ella ya no estaba en mis brazos, de nuevo estaba de vuelta en mi cuarto pues solo había sido un sueño. Estaba en mi cama durmiendo tranquilamente ya que el viento me había arrullado, pero inevitablemente desperté, mis mejillas estaban empapadas por el hecho de saber que aquello no fue real. Mi pecho me dolió mucho e inevitablemente reventé en llanto, porqué ese había sido el peor y más cruel de los juegos de mi mente. Pero mi corazón agradeció el haberla tenido una vez más.

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