Alma fragmentada
Todo lo que tiene un comienzo, tiene un
final. Eso es lo que muchas personas suelen decir cuando cierran un capítulo en
sus vidas, pero hay veces en que el fin es algo aparente.
Cuando era más joven me uní a la guardia imperial,
pues deseaba llevar honor a mi familia y también deseaba ejercer la justicia en
un reino plagado de corrupción. Al poco tiempo empecé a hacer buenos amigos, nos
fuimos uniendo con el paso de las estaciones y después de pasar momentos
difíciles. Trataba de no mezclar las cosas, para no comprometer las tareas que
nos eran encomendadas, pero difícilmente se podía evitar cuando ya existía un
vínculo de hermandad.
Creía que todo estaría bien y que nada
lograría vencernos, pero estaba equivocado, ya que la corrupción pudo arrasar con
la última persona que mantenía el balance del reino. Nuestro rey había sido
asesinado. Las cosas no tardaron en complicarse, pues acabaron con cada uno de
nosotros en cuanto tuvieron la oportunidad. Todo gracias a las maquinaciones de
alguien que anhelaba el asiento, que estaba sediento de poder y con ansias de
subyugar a sus habitantes.
Pero lo que nadie supo fue que sobreviví…
Alguna vez fui un gran guerrero y un
hombre de justicia, pero después de varios desafortunados acontecimientos dejé
esa parte de mi vida en el pasado. Abandoné mi hogar con el fin de recuperar lo
que había perdido, aunque mi determinación, el coraje y mi convicción me
ayudaron a sobrevivir.
Durante mucho tiempo estuve en un páramo,
buscando la mejor manera de estar equilibrado y así poder aceptar lo que había
sucedido. Solía estar agobiado por el hecho de no decepcionar a nadie, pero
pude entender que hay cosas que no podemos controlar. Aún así no dejaba de
pensar en que necesitaba poner las cosas en su lugar, ya que no me sentía
satisfecho con dejar las cosas así nada más.
Una vez llegó un anciano a la cabaña que
había construido para resguardarme, era extraño que alguien de su edad
estuviera en un lugar tan abandonado. Pero pensé que había una razón por la
cual había llegado a mi, sin duda aún tenía algo muy valioso que aprender. Y así
fue, aquel individuo me mostró la manera en que podía traer paz a mi vida, sin
embargo, también me enseñó que los sentimientos no deben guardarse, ya que al
hacerlo nuestra alma se fragmenta.
Luego de eso decidí que era tiempo de
volver, pues aun tenía algunas cosas que hacer y cuentas que saldar. Podía ver
mi hogar a lo lejos, aquella ciudad brillante y el enorme palacio en el centro,
me hizo recordar los días en que todo era más sencillo. Pero no era momento de
lamentarse, me limité a apreciar la vista antes de dar mi siguiente paso, quizá
sería la última vez que se vería la brillantez que rodea la hipocresía de sus
líderes.
Me di cuenta que no estaba totalmente solo
en se momento, así que desvainé mi espada y cerré mis ojos, para luego respirar
tranquilamente. Hice unos cuantos movimientos bruscos y cuando volví a mirar, había
cuatro guardias en el suelo. Aunque uno de ellos aún se aferraba a la vida, me
acerqué a él y me miró con desprecio, pero usó la energía que le quedaba para
hablarme.
—
Sabemos quién eres, ellos están enterados
de lo que pretendes hacer —tosió sangre después— tal vez acabaste con nosotros,
pero no tendrás tanta suerte —.
—
Te equivocas, ya no soy aquel hombre —le
di una vuelta a mi espada y la hundí en su pecho.
Muy en el fondo sabía lo que me esperaba,
pero no importaba, al final lo verdaderamente importante era el hecho de que
obtendría mi venganza.
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