Otro camino

 

Es bien sabido que los caballeros son hombres de respeto y honor, capaces de sacrificar sus vidas con tal de proteger a los débiles. Pero ¿Qué tan sólidas son las convicciones de un hombre así? ¿Existirá un límite?

 

Ellos se encuentran en un punto medio entre el bien y el mal, pero queda claro que no son perfectos y cada uno elige el camino que quiere recorrer. Aunque, hay otros que permanecen en un solo lado durante tanto tiempo, que llegan al punto de quiebre, donde su esencia se enciende como una bola de fuego y arde hasta consumirlos.

 

Una vez conocí a un tipo así, era tan fuerte y justo, de decisiones firmes pero indulgente, sabio y amante de la verdad, entre muchas otras cosas. Él ayudó a muchas personas, de las cuales la mayoría eran agradecidas aunque siempre lo hacía sin esperar algo a cambio. Le encantaba poder servir y proteger, ser útil incluso cuando no supiera acerca de un tema. Pero aun con todo eso, era un ser humano común que cometía errores y podía enmendarlos sin dejar de ser alguien noble.

 

Sin embargo, las cosas cambiaron rápidamente…

 

Así sucedió cuando las personas a las que ayudaba, le daban la espalda, pues uno a uno le cerraron las puertas y comenzaron a olvidar lo que él había hecho en su favor.

 

Con el paso del tiempo sus dudas crecieron y con cada acción e intervención a favor de alguien su dubitación incrementaba, pues eso lo hacía sentir vacío, como si viviera una vida sin sentido. Las cosas empeoraron cuando decidió mirar atrás, ya que la nostalgia lo invadía al recordar lo grande que fue en aquella época.

 

Su esencia no era lo único que estaba mal, también lo estaba su armadura y su cuerpo, el cual se encontraba marcado con las cicatrices de cada batalla que libró. Pero se mantenía de pie por alguna razón que él mismo desconocía.

 

Una noche el caballero llegó mal herido a la taberna en donde me encontraba, pero por fortuna logramos ayudarlo y lo llevamos con el médico. Pasaron días para volver a saber del hombre, sin embargo, nadie pudo averiguar acerca de lo que le ocurrió. Lo único que se supo fue que se marchó una vez recuperado, sin decir nada acerca del tema. Aunque el medico contó que además de agradecerle, dijo que no se verían en un buen tiempo.

 

Algunas personas decían que estaba cansado del peso de su deber, otros comentaban que se llenó de rencor y odio. Las habladurías crecieron bastante, incluso llegó a circular un rumor de que ese hombre había enterrado su propia armadura, en las afueras de la ciudad.

 

Lamentablemente solo el caballero conocía sus razones exactas, pero de lo que podemos estar seguros es de que cualquiera que fueran esas razones, eran aceptables. Nadie tiene una voluntad de hierro, ni es capaz de resistir tantos golpes mortales.

 

Quizá haya dejado atrás esa vida, pues en algún punto había perdido de vista su camino, su sentido del deber así como de lo justo. Nadie es perfecto, pero aun así no debemos olvidar a aquellos que nos ayudaron, tampoco hay que menospreciar a las personas que traen buenas intenciones.

 

En lo personal me gusta pensar que tal vez eligió un camino diferente, en donde puede ser él mismo sin temor a fracasar o dañar a otros. Probablemente necesite estar conectado a su interior, para darse cuenta que la persona más importante es uno mismo.

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